lunes, 28 de marzo de 2011

Me parece que la felicidad, la de cada uno, es igual que una ballena. Hay que meterse a la vida con ella, nadar juntitos, tocarla, explorarla. Salir a tomar el aire y regresar. Porque puede ser que al otro día que regresemos haya partido, y aunque suelen regresar tal vez nosotros no lo hagamos, quizá ya no seamos los mismos ni ella ni nosotros.

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